viernes, 28 de noviembre de 2008

Práctica 9. Orden y relectura de blogs.


Soraya, la princesa de la mirada triste.



A pesar de lo que pueda parecer, el año 1966 no fue del todo agradable para Mohammad Reza Pahlevi ni puede decirse que estuviera colmado de dicha.



Hoy nos centramos en uno de los capítulos más oscuros e intrigantes de la vida del último sha persa, un capítulo que tardó en cerrarse más de lo esperado, pues incluso mucho después de la muerte del monarca, la herida seguía abierta virtiendo silenciosa pero violentamente roja sangre, hasta que en el 2001 una mujer decidida y angustiada al mismo tiempo, se propuso hablar clara y abiertamente de aquél mortal veneno que consumía sus ansias.



Esta mujer falleció poco después en París, pero dejó implícita su desgracia en las páginas de un libro titulado "El palacio de las soledades", que probablemente no estará en la lista de los más vendidos de la historia, pero al menos es todo un ejemplo de sinceridad y valentía al narrarnos una historia que supera sin lugar a dudas la ficción.



Nuestra desconocida heroína se llamaba Soraya Esfandiari Bajtiari, y fue la segunda esposa del sha de Persia, posterior a la princesa Paucia de Egipto y anterior a la emperatriz Fara Diba.



Fue repudiada por el monarca en 1966 debido a la intervención de una serie de oscuros e intrigantes personajes de la corte.



La completa información de éste novelesco y singular episodio la hemos sacado de la páginweb de"El mundo", www.elmundo.es y el enlace cronica, un cuento con princesa persa.



Nos ha servido de gran ayuda para adentrarnos en tan extraño y escalofriante relato.



No en vano, aunque sí con cierta malicia, la prensa sensacionalista de la época conocía a la princesa Soraya como "la princesa de la mirada triste". La joven iraní elegida por el sha no llegó a reinar´, y según la información que hemos obtenido, tampoco Mohammad Reza Pahlevi, a pesar de los títulos que ostentaba, fue verdaderamente rey de su corte, pues eran las mujeres del palacio, dominadoras e intrigantes, quienes controlaban cuanto había a su alrededor sin miramientos.



Pahlevi se enamoró de una joven de diecinueve años que vió en una fotografiía, a pesar de que tenía pensado unirse en segundo matrimonio con una representante de la realeza europea, como la hija del rey de Italia, que sin embargo sufrió el desprecio y la hostilidad de la melliza del sha, Ashraf, que la consideraba una mujer con demasiado carácter, de tal manera que podía eclipsar a su hermano.



Ésta mujer, que en la biografía de Soraya aparece como intrigante y desdeñadora por naturaleza, fue en gran medida la que provocó el repudio y la deshonra de la princesa.



Soraya nos cuenta que no tardó en darse cuenta de que en la práctica, las mujeres de la casa real hacían gala de un poder desmesurado que teóricamente no les correspondía. Insinúa qe en realidad era Asraf, y no su hermano quien gobernaba.



Las hermanas y la madre del sha no fueron sin embargo las únicas que contribuyeron a destrozar la vida de Soraya, sino que su matriarcado se veía respaldado por un pintoresco personaje llamado Ernst Prodon, jardinero del palacio y compañero del sha durante su etapa de estudiante en Suiza.



Haciendo gala de un agudo y doloroso y humor, Soraya en sus memorias le da el sobrenombre de "l Rasputín de Irán".



La razón del repudio de Soraya fue su infertilidad, a pesar de que en un principio su esposo no se preocupaba por la descendencia, e incluso prefería no concebirla, pues creía que podía resultar un blanco fácil para sus enemigos. Las constantes intromisiones políticas e íntimas de su hermana Asraf estubieron a un paso de lograr que abdicara.



Las mujeres de la corte el jardinero vieron en la esterilidad de Soraya el pretexto perfecto pala solicitar el divorcio. No consideramos necesario mencionar la importancia que la procreación tiene en la cultura oriental, ni recordar escenas de rechazo. ¿Quién no ha leído o escuchado nunca alguna historia en la que un rey persa repudia a su esposa y elige a otra?.



Durante la convulsa década de los cincuenta, en la que el país atravesó un período de revolución, Soraya permaneció siempre junto a su esposo. En sus memorias se queja sobre todo de las intromisiones del ya citado "Rasputín de Irán", incluso en la vida íntima de la pareja y asegura que sospechaba de la relación que mantenía con su esposo, debido a la conocida homosexualidad del jardinero.



"Fue otro de mis enemigos, quien me amargó la vida desde el principio de mi matrimonio". Éstas son las duras palabras de la propia Soraya. Tras el divorcicio, la princesa abandonó Irán para siempre trasladándose a Europa, donde vivió en distintas ciudades como Roma, Colonia o París. Murió en la capital francesa hace siete años.



Tras repudiarla, Reza Pahlevi le concedió permanecer para siempre con el título de princesa, y le regaló además un pasaporte diplomático de por visa, de manera que no se exilió privada de todo

por completo.



Ella siempre se refirió al sha como su "esposo", puesto que, según sus propias palabras, no logró darle un hijo, pero le entregó el corazón. Pese a esto, no vió con buenos ojos el hecho de que abandonara Irán antes de su muerte para someterse a una operación quirúrgica.



Más allá de la anécdota grotescamente morbosa y novelesca de ésta historia, se nos presenta en ella una realidad arraigada en ciertas culturas. Una realidad que, seguramente, habrán experimentado muchas mujeres a lo largo de la historia, no necesariamente nobles, reinas o princesas, sino también anónimas, de las que nadie se acuerda ni habla.



Más que la historia casi legendaria de una princesa desdichada, "El palacio de las soledades" es la representación sincera y subjetiva de un mundo hostil, de una corte nutrida de engaños e intrigas.



Evitando caer pues en éste engaño, Soraya asegura al comienzo de su libro: "Yo deseaba poner orden en mi vida y sobre todo, decir la verdad".



Por encima de todo, la historia de Soraya Espandiari Bajtiari, princesa de la mirada triste y emperatriz sin imperio, es la historia de la verdad pura e hiriente.


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